Jonny Simoson, un pequeño de 3 años oriundo de Estados Unidos , estuvo a punto de morir tras contraer el virus Powassan, una enfermedad que es transmitida por las garrapatas, cuando una le pico mientras este nadaba en una piscina.
“No estaba incrustada, no estaba hinchada. La saqué fácilmente con un par de pinzas y todavía estaba viva. Días después solo dejó una pequeña protuberancia roja”, narró la mujer a New York Post.
Un par de semanas después, la guardería llamó a la mamá del pequeño para contarle que este no se sentía bien y que se quejaba de dolor de cabeza.
Los síntomas empeoraron, por lo que fue llevado a un centro médico en el que fue atendido y le recetaron varios medicamentos.
No obstante, el niño empezó a presentar fiebre. En ese momento fue llevado a una sala de urgencias y posteriormente lo hospitalizaron en una unidad de cuidados intensivos pediátricos.
“Las cosas se pusieron realmente aterradoras en ese momento. Fue muy frustrante buscar una respuesta. Estábamos aterrorizados de no poder volver a casa con nuestro hijo”, aseguró su madre.
Una resonancia magnética permitió a los neurólogos diagnosticar meningoencefalitis, una grave infección en el cerebro.
Durante la primera noche empezaron a suministrarle un tratamiento que daba esperanzas y el pequeño comenzó a mostrar mejoría, ya hablaba e interactuaba más con los médicos y sus familiares.
Pero la recuperación no fue nada sencilla, sus padres tuvieron que enseñarle a comer y a hablar de nuevo.
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